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miércoles, 1 de diciembre de 2010

CAMPAMENTOS

¿Quién no ha disfrutado alguna vez de un buen campamento de verano alguna vez en su vida?
Yo he sido una, y aunque la mayoría de ellos los guardo en mi memoria como buenos recuerdos hay uno en concreto que considero inclasificable.
Campamento al Rocío, un lugar en el que podríamos hacer todo tipo de deportes acuáticos, montariamos a caballo,  practicaríamos tiro con arco y haríamos todo tipo de actividades, al menos eso ponía en el programa

Mi primera impresión fue decepcionante, sabía que Andalucía no era un lugar en el que encontrabas vegetación por doquier, sin embargo aquel desierto parecía llevarte al mismo Sahara; el sol abrasador te quemaba la cabeza hasta llevar al cerebro a su punto de cocción, y la ausencia completa de acera hacía que caminar con deportivas resultara increíblemente incómodo, todo era ARENA, arena por todas partes, el único terreno firme era el del edificio en el que íbamos a alojarnos por 10 días.

La distribución de las habitaciones fue extraña, sin embargo lo malo consistía en las literas.
A mi no me importa dormir en literas, de echo me parece un sistema perfecto para el ahorro de espacio, sin embargo en la noche, cada vez que mi vecina de arriba no encontraba una postura cómoda se removía en su cama, creando un escándalo que aparte de no dejarme dormir me inquietaba ante la posibilidad de que se me cayera la cama encima junto con todo su contenido.

Los desayunos eran básicamente leche fría, pan y mermelada, y si eras espavilado te levantabas temprano si querías beber algunas gotas de zumo

Después llegaron las actividades como montar a caballo; 5 caballos para cerca de 60 críos, para cuando llegaba mi turno el pobre caballo se tropezaba, y entre el calor que debía de tener el pobre animal y el solazo que pegaba lo que me extraño fué que no cayera desplomado.
Como yo estaba en el último turno, tenía la oportunidad de darle de beber y cuidarlo un poco al llegar a la cuadra antes de irme de vuelta al campamento, nunca he visto a un animal beber tanto.

Pero lo mejor fue lo que ocurrió tras dejar a los 5 caballos en las cuadras; Nuestros monitores habían olvidado por completo que quedaba un grupo, y tuvimos que  esperar media hora a que se dieran cuenta de que no estábamos y otra media hora en que nos fueran a recoger, todo este tiempo esperando a pleno sol un caluroso día de verano a 40· a la sombra (si por lo menos hubieran cogido antes el teléfono..., pero también hay que entenderlo, de 10 monitores es de entender que todos estaban haciendo cosas más importantes), lo que me extrañó fue que nuestro monitor no se diera cuenta de nuestra ausencia.

Tras volver al hostal yo y unas amigas nos fuimos a la farmacia a comprar un microbote de After Sun, que más que un bote parecía un frasco de esencia de un perfume carísimo.
En eso solo me dejé 20 euros, sin embargo lo compré.

Los siguientes días por la mañana visitábamos siempre la playa, a mí me encanta, pero tanto como para quedarme de ocho a cinco me parecía una barbaridad, sobretodo sin sombra alguna (salvo los monitores, que tenían una sombrilla semejante a una tienda de campaña); en consecuencia todos nos quemamos, yo diría que alguno alcanzó quemaduras de 2· grado, pero era aguantar o volver andando al hostal que se encontraba a varios Km, una chica se quemó las plantas de los pies, ¡las plantas!.

TODOS LOS DÍAS del campamentos visitamos la playa por la mañana de ocho a cinco, creo que ese es el motivo de que la aborrezca ahora tanto. Consecuencia de todo esto: casi todo el dinero gastado en microbotes de Aftersun.
A partir del tercer día iba con camiseta a la playa, pasaba un calor que me moría, pero al menos no se me caería la piel a tiras.

En este campamento también nos explicaron el proceso de obtención del corcho, ahora soy EXPERTA en el tema, te puedo decir de qué arbol se extrae, quien lo extrae, cómo se hace, quien lo hace, para qué se hace y desde cuando se hace.Todo un día dedicado al CORCHO.

Al día siguiente nos enseñaron las lagunas, o lo que quedaba de ellas, al ser verano no había una gota de agua, las palabras textuales del guía fueron -IMAGINAROS LO BONITO QUE ESTÁ ESTO EN PRIMAVERA-
En mi mente... PRECIOSO, en la realidad... ARENA, PIEDRAS Y DESIERTO.
Ah, se me olvidaba, también vimos mucha fauna, más concretamente una araña en un cubo de la basura y un águila vista a lo lejos con unos prismáticos de chollo que eran de menor calidad que los de juguete que se venden en ferias junto con patos, ni rastro de los linces, lo más parecido que ví fue un peluche que compré para mi hermana (el dinero que no me gasté en aftersun me lo gasté en el peluche)

En cuanto a las tiendas no había nada, solo compramos en un chollo unas amigas y yo, juntamos dinero y compramos un miniventilador para sobrevivir (al segundo día de uso se estropeó).
Entre el calor, la arena, la crema solar y el sudor, en cuanto salías de la ducha tenías ganas de volverte a meter, aunque tampoco muchas, la tonalidad del líquido era ligeramente blanquecina (yo no me atreví a beber ni una gota de ninguno de los grifos de la habitación)

Y las actividades de las que tanto presumía el programa consistían en pintar vasos y hacer máscaras de papel, por un momento dudé de si estaba dentro del margen de edad permitida para esas actividades, chicos y chicas de 17 y 18 años pintamos caretas y vasos.

Ni rastro de los deportes acuáticos, nada de visitas interesantes, todo era aburrido, el tiempo que no te estabas friendo al sol en la playa, te freías al sol en el desierto de la calle. Es comprensible que contara los días que faltaban para que acabara la tortura, y es normal que el último día casi saltara de alegría y fuera de las primeras que tenía mi maleta prepada lista para irme ya.

Desde luego no es un lugar al que volvería, al menos no voluntariamente 

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